A cinco días del apagón que dejó al país a oscuras, el origen del corte era motivo de cuestionamientos. El servicio operaba con intermitencia en ocho estados y otros 16 seguían sin luz.
Sin luz, sin agua y con una creciente escasez de alimentos, la desesperación se palpaba este lunes en diferentes rincones de Venezuela, que desde el jueves sufren el colapso del sistema eléctrico nacional.
Una falla en la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar, ubicada en la Represa de Guri -la segunda más grande de Sudamérica, que provee gran parte de la energía en el país petrolero- provocó el mayor corte de las últimas décadas.
Atrás quedaron los días en que la eficiencia era parte del sistema interconectado venezolano. En 1998, el 94% del territorio estaba electrificado y un 94% de la población contaba con conexión eléctrica.
Tan crítica era la situación -al corte de luz se agregó una creciente falta de agua potable- que el ministro de Comunicaciones, Jorge Rodríguez, informó que el gobierno decidió extender por 24 horas la suspensión de las clases y actividad laboral, dando cuenta que 20 años más tarde, el servicio sufre fallas titánicas. El chavismo ha dicho que el corte lo produjo el “imperialismo”.
Sin embargo, ingenieros como Miguel Lara, exgerente de la Oficina de Planificación del Sistema Interconectado (Opsi) hasta 2004, han desmentido la versión oficial. “Sacaron a los profesionales para colocar adeptos políticos, suspendieron los planes de mantenimiento, hicieron compras inconvenientes e innecesarias, además de despilfarrar recursos. Otros aspectos importantes fueron las tarifas y, por supuesto, la concentración del área eléctrica en una empresa técnica y económicamente inviable”, explicó Lara al diario El Universal de Caracas.
Mientras ocho estados contaban con luz, aunque de manera intermitente, esta noche otros 16 permanecían a oscuras y con esto ninguno de los “grandes esfuerzos” para volver a la normalidad realizados por el gobierno, surtían efecto.
El sistema
Lo que originó el gran corte seguía siendo fruto de debate. Desde el jueves, la subestación San Gerónimo B, ubicada en el centro de Venezuela y que provee de servicio eléctrico a cuatro de cada cinco venezolanos a través de la Represa Guri, permanece apagada y sin una explicación oficial de la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec) para reiniciar su funcionamiento.
La estación San Gerónimo A, que funciona como refuerzo, pero que trasmite energía de manera mucho más débil, opera de forma intermitente desde el domingo. Solo a través de esa planta el gobierno ha podido enviar electricidad de forma ocasional a Caracas desde que se inició la falla.
De acuerdo con información entregada por el líder opositor y presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, un incendio en la vegetación afectó tres líneas de 765 kilovoltios entre el embalse Guri y las subestaciones San Gerónimo B y Malena (ubicada en el norte del estado de Bolívar). El suceso generó un recalentamiento del sistema y un rechazo en la carga de las turbinas. “Más del 80% de la energía que va al centro del país pasa por esas líneas de 765 KV (…). Arrancar de nuevo la operación requiere de una sincronización casi perfecta de la tecnología y personal calificado (…) y están muy limitados en recursos”, explicó.
Actualmente el área del embalse de Guri es un espacio custodiado por militares, haciendo imposible su ingreso sin autorización previa. No obstante, la mayoría de los especialistas consultados por medios locales -bajo anonimato por temor a represalias- coinciden en que el apagón se debe a falta de mantenimiento, desprofesionalización del sector, falta de inversión y vulnerabilidad por depender de un solo emisor.
“La solución tiene que venir de parte de los creadores, ya que los equipos son alemanes y japoneses y hasta ahora, los operadores no han podido sincronizar el suministro generado por la represa. Todos los equipos son analógicos, señaló a La Tercera un ingeniero venezolano que prefirió no ser identificada.
Fuente: LaTercera